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El día que el deporte dio la espalda al Apartheid

  • Foto del escritor: Francisco Elorriaga
    Francisco Elorriaga
  • 15 may 2014
  • 3 Min. de lectura

“En la historia de la Humanidad permanecerá para siempre una mancha imborrable que recordará que el crimen del apartheid realmente tuvo lugar”. Esta sentencia de Nelson Mandela, así como el acontecimiento del que habla, quedará grabado para siempre como una de las grandes manchas en la historia del hombre. Esta semana se cumplirá el 44 aniversario del momento en el que el mundo del deporte se unió para dar la espalda al racismo. En estos días se celebra el momento en el que los países del mundo decidieron expulsar a un país dividido por el racismo de los Juegos Olímpicos, un emblema de compañerismo e igualdad deportiva.

El conocido como Apartheid surgió en Sudáfrica a mediados de los años 40. La ideología de este movimiento era el de la segregación. Buscaba la separación de las diferentes razas en terrenos jurídicos diferentes. Asiáticos, mestizos, negros o batúes eran obligados a vivir en grandes guetos controlados por la superioridad de la raza blanca. Poco a poco, las personas de color del país fueron perdiendo sus derechos y eran marginados a las afueras de las ciudades, incluso se les era arrebatada la condición de ciudadano de Sudáfrica.

Esta política de segregación pronto comenzó a preocupar en Europa que veía como el odio racial aumentaba día a día en el país africano. Las presiones para terminar con esta división llegaron desde todo el mundo. En el año 1960 Sudáfrica fue expulsada de la Commonwealth y el 1964 se prohibió la participación de Sudáfrica en los Juegos Olímpicos de Tokio.

Cuatro años más tarde, en las Olimpiadas de México, Sudáfrica trató de volver a participar en el evento deportivo más importante del mundo. Esta vez, alegó un cambio en la política a la hora de escoger a los deportistas que representarían al país. EN este asunto ya no existiría segregación racial. El Comité Olímpico Internacional vio con buenos ojos este cambio y aceptó la participación de Sudáfrica en los Juegos.

No obstante, la decisión de permitir a Sudáfrica la participación levantó las protestas del resto de países participantes. Alegaban que de nada servía eliminar la segregación deportiva en los equipos olímpicos si las políticas de división racial continuaban a todos los niveles de la vida del país africano. Muchos de los países amenazaron incluso con boicotear los Juegos Olímpicos de México si finalmente se permitía la participación de este país en el que estaba instaurado el Apartheid.

Todo el continente africano se unió para rechazar la política del Apartheid y la decisión del COI. Además, también ejercieron presión diferentes organizaciones deportivas estadounidenses compuestas por atletas afroamericanos. La propia Unión Soviética acusó al Comité Olímpico de nadar a contracorriente de los principios básicos de los Juegos Olímpicos al admitir a una nación con políticas raciales excluyentes.

Las presiones sociales y políticas finalmente lograron su cometido. El COI, viendo cómo peligraba la celebración de los juegos de 1968, decidió dar marcha atrás y no permitir la participación de Sudáfrica en los Juegos Olímpicos de México. La sanción se prolongó durante más de veinte años. No fue hasta los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992, que se volviera a permitir la participación de Sudáfrica en unos Juegos Olímpicos. Este fue el año en el que el Apartheid desapareció para convertirse en uno de los recuerdos más vergonzosos de la historia.

 
 
 

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